Sevilla está partida en dos por un río y por dos equipos de
fútbol. Después de dos temporadas de mirarse sólo a distancia e imaginar duelos
virtuales, el Benito Villamarín reúne esta noche a ambos sobre el césped. Con
guasa, con chistes, con porfías sobre cuál es mejor que otro o quién es el
favorito, pero sin líos ni broncas hasta el momento.
Por suerte, esta vez los
que dan la cara por uno y otro bando han puesto cordura. Hubo su pique entre Mel
y Marcelino en un tono comedido. Mucha de esta entente cordial hay que
apuntársela a Antonio Puerta. Su trágica muerte tapó las trincheras y abrió un
nuevo escenario en las relaciones entre Betis y Sevilla.
Al fin al cabo sólo es fútbol aunque esto de sevillistas y
béticos sea un fenómeno también sociológico en esta ciudad. Y en cuanto a
deporte, aunque la clasificación ponga a los de Nervión por delante, la
sensación es que los verdiblancos tienen la autoestima con algún que otro kilo
de más. La dulce derrota ante el Barcelona y sus tres victorias consecutivas
anteriores han cerrado las heridas de esos diez partidos sin ganar. En este
derbi de 2012 da la sensación de que el que se juega más es el que más puntos
tiene. No tanto por el equipo en sí como por el entrenador. VER
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