El Real Madrid se coronó campeón de Liga por trigésimo
segunda vez en su historia. No se trata, pues, de un logro infrecuente en la
historia del club blanco, pero sí conviene ponerlo en perspectiva. Lo ha hecho
imponiéndose a un equipo que, al margen de consideraciones subjetivas, ha
ganado más que nadie en los últimos tres años. Sólo el Madrid le ha resistido.
Primero, en la Copa. Y, ahora, en la Liga, la competición que, según insólito
consenso entre Jose Mourinho y Pep Guardiola, premia siempre al mejor.
Necesitaba el Madrid refrendar el título en San Mamés,
estadio siempre incómodo para sus intereses, y más en esta ocasión, a cuento
del jaleo por la sede de la final de Copa. Pero el líder no permitió que San
Mamés llegara a entrar en ebullición. Higuaín dio el primer aviso, Coentrao
probó a Gorka y Cristiano tuvo en sus botas el primero en un penalti que
ejecutó de forma extrañísima, a medio camino entre la suerte que encumbró a
Panenka y un tiro directamente insulso. Fue fácil incluso para Iraizoz, un
portero que no se prodiga en este tipo de lances.
Todo ello ocurrió en apenas diez minutos. Pero el error no
desanimó al Madrid, que mantuvo su arranque vigoroso, presionando arriba a un
Athletic asfixiado sin sus cerebros titulares -Herrera e Iturraspe- y lastrado
además por la baja de última hora de Muniain. El Madrid era vertical y
prescindía de burocracia a la hora de llevar el balón a sus puntas. Higuaín
tampoco necesitó mucho para hacer el 0-1. Recibió un balón y, rodeado de
defensas rojiblancos, apenas necesitó una baldosa para acomodarse el balón para
el disparo con la derecha. Su misil se dirigió a la escuadra y el Pipa, autor
del gol del alirón de 2008, se liberó en la celebración. Ni el Madrid puede
darse el lujo de prescindir de él ni él de dejar el club blanco, en el que
siempre se valorará su coraje. Y más con Mou al frente.
Cuatro minutos después, el campeón cerró el partido. Lo hizo
con otro de sus grandes argumentos a lo largo de la temporada, si no el
principal: la contra. En tres toques: Xabi para Cristiano, acostado a la
derecha, y sensacional pase del luso para la llegada al segundo palo de Özil.
Cualquier otro hubiera reventado esa pelota. El pequeño genio teutón lo cruzó
con un suave toque de interior, lejos del alcance de Gorka. Ver MÁS
No hay comentarios:
Publicar un comentario