Uno editaba videos
para llevar del papel a la vista los puntos fuertes y débiles de los rivales.
El otro, era uno de los que más valoraba ese minucioso trabajo. El primero era
mucho más que "el traductor de Robson"; el segundo, un volante
central que ya pensaba (y jugaba) como DT.
El fútbol todo lo puede y, en poco más de 14 años, logró que
José Mourinho (49) y Joseph Guardiola (41) pasen del respeto mutuo y el bajo
perfil a ser los grandes protagonistas de una antinomia que divide al mundo. A
tal punto que el clásico de mañana que puede definir (o no) la Liga española
tiene atrapado a todo el planeta, desde las polémicas que se pueden disparar
desde un bar de Buenos Aires hasta un café de Tokio.
¿Cómo llegaron, de ayer a
hoy, a una rivalidad deportiva que ya está fuera de control? ¿Fueron sus
propias personalidades? ¿Los contextos? ¿El destino, que quiso que uno se transforme
en una obsesión de Real Madrid y el otro gane todo con Barcelona?
La historia arrancó en la temporada 1996-1997. Mou, que ya
tenía una personalidad fuerte, aunque poca repercusión mediática, llegó a
Barcelona gracias a las necesidades de comunicación de Bobby Robson. El DT
inglés no dudó en aceptar la oferta del club catalán.
Cuentan que una de las
primeras cosas que sorprendieron a Robson de Mourinho fue que lo haya estado
esperando en el aeropuerto, que lo haya ido a recibir y que desde el minuto cero
se haya puesto a disposición suya. Ese fue el primer paso de un breve camino
para entender cómo se transformó en el "traductor" mejor pago del
fútbol mundial.
Y fue útil de entrada: cada vez que Robson tenía que
reunirse con Josep Lluís Núñez o Joan Gaspart, Mou estaba ahí, dado su vasto
conocimiento del idioma inglés y catalán. Pero ya era mucho más que "el
intérprete", como se lo conoció en las primeras épocas en Porto.
Robson y
Mou habían desarrollado una amistad, impulsada -en gran parte-por la buena
relación entre sus respectivas esposas, Elsie y Matilde.
Era común que se juntaran a cenar los cuatro y siempre
terminaban hablando de fútbol. "Al principio, los jugadores no sabían
quién era, y cuestionaban que, sin trayectoria siquiera como jugador, tuviera
la potestad para darles órdenes. Pero con el tiempo se los ganó", le
explicó Robson a Patrick Barclay (principal analista de fútbol del diario The
Times) en el libro "Mourinho, further anatomy of a winner".
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