El Real Madrid ha quedado apeado de la final de Múnich
tras caer eliminado en el Santiago Bernabéu ante un Bayern que aspira a ser
entronizado como campeón continental en su estadio y ante su afición, después
de perder el partido (2-1) pero solventar una eliminatoria igualada desde unos
once metros donde la suerte fue esquiva al equipo de José Mourinho.
Un arranque magistral y certero ante el marco
rival dejó en franquicia la eliminatoria para los blancos, que por momentos
tuvieron noqueado al Bayern de Múnich, aunque un tanto de éstos introdujo la
variable de los nervios en Concha Espina. El ambiente se caldeó aún más en la
prórroga en la que no se resolvió nada, ya que el signo del partido se dirimió
en una tanda de penaltis en la que únicamente Iker Casillas rayó al nivel
esperado por un Madrid que erró en tres de los cuatro lanzamientos que ejecutó.
El público que abarrotó el Santiago Bernabéu
mostró la devoción que siente hacia sus jugadores a la par que la exigencia que
les solicita. Espoleados por las declaraciones previas de Mourinho, sus
futbolistas y el mismísimo Zinedine Zidane, el graderío recibió con una
estruendosa ovación a los merengues para reconocer la Liga cuasi obtenida en el
Camp Nou. Si bien, fiel a su idiosincrasia, Chamartín se mostró ávido de
títulos, invocando una nueva 'noche mágica' sobre el césped del coliseo blanco desplegando
un espectacular mosaico del malogrado Juanito.
El duelo no pudo ponerse más de cara para el conjunto
de José Mourinho, cuando Cristiano Ronaldo inauguró desde los once metros el
luminoso, después de que el árbitro decretase pena máxima tras un disparo de Di
María que Alaba cortó con la mano. Acto seguido, sería el propio lateral
muniqués el que se resarciría enmendando su error tras desbordar por su banda y
servir en bandeja de plata un gol a Robben para que éste, a un metro de la
línea de portería y con Casillas batido, errase incomprensiblemente.
Una dilatada triangulación de los merengues,
que fueron llevando el esférico a una velocidad de vértigo de una banda a otra
para descolocar a los zagueros teutones, dio con la pelota en las botas de
Özil. El germano se encargó de ralentizar el juego, añadir una pausa en su
movilidad para otear el horizonte, divisar a Cristiano Ronaldo desmarcado y
asistirle para que el astro portugués batiese por bajo a Neuer. Apenas había
transcurrido un cuarto de hora de partido, el Madrid vencía por dos tantos y el
coliseo blanco pedía más sangre, sabedor de que era una noche propicia para
cicatrizar heridas abiertas por el Bayern en batallas pasadas.
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