El Betis, muy seguro
en defensa desde el inicio, obligaba a trabajar mucho a una Real que dependía
en exceso de Carlos Vela, desamparado en muchas de sus conducciones de balón y
auténtica tortura para la zaga del conjunto de Pepe Mel.
El estado del campo, una pista de patinaje en algunas
franjas de terreno, le dio un buen susto a Ansotegi, quien cayó al suelo antes
de controlar un balón que se llevó Montero para entregárselo a Rubén Castro. El
ariete bético, sólo ante Zubikarai, se encontró con una gran intervención del
sustituto del sancionado Claudio Bravo con el gol casi hecho.
Contrarrestó la Real unos minutos después el susto recibido,
tras una gran jugada colectiva de ataque que culminó Zurutuza con un disparo
bajo que dio el efecto óptico de ser gol y como tal empezó a ser celebrado por
Anoeta hasta que se comprobó el error.
La opción más clara para los donostiarras llegaría, sin
embargo, en el minuto 39 con un penalti por clara mano de Cañas dentro de su
área que Agirretxe se encargó de ejecutar con nulo acierto y de esta forma,
gracias a Fabricio, el Betis salvó los muebles antes de irse a vestuarios.
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